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Una vida de 5 años, son 10 ( 2ª Parte )

Desconocías por completo de que se trataba pero la palabra dinero era la única que veías entre esa sopa de letras.

Ese mismo día, al finalizar tu jornada, decidiste acudir a la dirección que figuraba en el folleto y descubrir de que se trataba todo aquello; un lugar oscuro, apartado de la civilización….el lugar no invitaba a pensar nada bueno, pero a pesar de todo, allí te encontrabas, en busca de respuestas a tu curiosidad.

De repente, se encendieron las luces del exterior, y una figura se divisaba a lo lejos; su paso era lento, no tenía prisa por llegar a donde te encontrabas; tu angustia se acrecentaba por mero desconocimiento; una incertidumbre que se cortó de raíz al ver de quien se trataba, un antiguo compañero de Instituto, era quien, ofrecía mucho dinero a cambio de nada.

– Pero…..cómo…¿ no me digas que vives aquí?- le preguntaste mientras te fundías en un sentido abrazo

– ¿ Cómo estás viejo amigo?, me alegro mucho de verte- respondió.

– ¿ Qué…que haces aquí, que es de tu vida? –

– Vamos a dentro, te lo explicaré mientras tomamos un café-.

Pasados unos minutos en los que, se rememoraron viejos tiempos y habiéndose puesto al día de las respectivas vidas, el tiempo apremiaba así que, indagaste sobre el motivo del folleto que tenías en las manos.

– ¿ Puedes explicarme de que se trata esto?- .

– Verás…desde que me mudé aquí, me especialicé en la educación canina, y de momento no me va nada mal- respondió

– No, no, a juzgar por la casa te tiene que funcionar muy bien, pero….y la posibilidad de ganar mucho dinero?- .

– Semanalmente, se organizan digamos….peleas caninas, en los que se dan cita los mejores, y el que, a juicio de la gente sea el más grande, se lleva una buena suma de dinero.-

– Espera, espera…¿.me estás hablando de peleas ilegales?-. Sabes lo que me propones ?- preguntaste con total asombro.

Lejos de responder a tus cuestiones, prosiguió con su intento de convencerte.

 – Si no fuera así, te retiras y ya está, pero créeme que hay gente que ha conseguido auténticas fortunas gracias a mi- concluyó

Daba la sensación de ser algo totalmente inofensivo….ya habías oído hablar de disputas así pero desconocías que la recompensa fuese tan generosa. La desesperación, unido a un hecho tan inocente, dió paso a que aceptaras el reto….poco tenías que perder y mucho que ganar.

– Está bien, me has convencido, si quieres mañana mismo te traigo al animal- afirmaste

– Antes de nada, debo decirte que, en le caso que lo dejes, se ha de quedar conmigo dos semanas- .

Aquello frenó tu ímpetu; por un lado estabas dispuesto a probar suerte, pero por otro, no sabías como disfrazar ante tu hijo la ausencia de su mascota.

– Mmmm….dos semanas me parece mucho tiempo pero lo acepto, ya veré como lo hago con mi chico-.

No quisite irte sin antes ponerle al corriente de tu situación económica, el bache por el cual estabas pasando no permitía grandes alardes.

– No te preocupes por eso ahora, por un viejo amigo lo que haga falta….aparte que en cuanto ganes el concurso, te aseguró que tendrás dinero de sobras para pagarme y tomarte unas merecidas vacaciones con tu muchacho- .

Daba la sensación que todo era demasiado bonito para ser real, pero la soga cada vez apretaba más y estabas dispuesto a gastar toda la pólvora de la que disponías.

El día siguiente, transcurrió con toda la normalidad que se puede tener cuando se esta sumido en un mar de deudas, con el añadido que tenías que hacer desaparecer al perro a espaldas de tu hijo….no sabías aún que artimaña inventar, pero no querías dejar pasar ese tren y tu mente acabaría por crear una falsa verdad.

Por la noche, llegaste cabizbajo a casa, eras conocedor de que, estabas a un paso de enterrar en vida las ilusiones de tu hijo….aunque fuera temporalmente, sabías que grandes nubarrones negros acechaban sobre tu cabeza. Después de una cena en la que los números eran el tema principal, cogiste al perro en brazos ante la mirada de estupor del chico.

– No me mires así anda, tan solo voy a llevármelo a dar una vuelta, enseguida estoy aquí- dijiste.

Su cara, era de absoluta incredulidad, más aún cuando era la primera vez que salías con el perro a la calle, a sabiendas que disponía de su pequeña parcela.

– Mira hijo, con todo lo que estamos pasando, necesito un pequeño respiro, únicamente preciso que me de un poco el aire y a Totó también le irá bien- concluíste.

Aquella explicación fue lo convincente para que, tu vástago, no pusiera objeción alguna y te dejara salir a pasear con el can.

– Me parece bien papá….siento mucho si durante estos días te he presionado, no era mi intención. Entiendo que con todo esto, necesites airearte y yo no he hecho nada más que agobiarte más, lo lamento de verdad -.

El sentimiento de culpa, acabó por inundarte….por un lado, veías el arrepentimiento en unos hechos los cuales, tenía gran parte de razón, y por otro lado, durante dos largas semanas, lo ibas a separar de su leal peludo. 

Hiciste de tripas corazón, y cruzaste la puerta sabiendo que al día siguiente, la tormenta sería de considerables dimensiones; el trayecto que separaba tu casa a la de tu viejo amigo, lo pasaste debatiéndote entre el bien y el mal….en si habías obrado correctamente, pero, por más vueltas que dabas, solo llegabas al destino del dinero.

Por su parte, el inocente animal, desconocía lo que pasaba, estaba en manos de su benefactor y lo demás poco le importaba; olfateaba allá por donde pasaban sin ser consciente de su protagonismo.

Una vez en la propiedad de aquel hombre, te paraste enfrente de la puerta de la casa sopesando la posibilidad de volver sobre tus pasos, pero la sombra de la precariedad económica, era muy alargada, así que hiciste sonar el timbre varias veces hasta que la puerta se abrió de par en par.

– Vaya!!! pensaba que ya no vendrías- exclamó con alegría.

– Bueno…. no ha sido fácil pero aquí estoy- dijiste apesadumbrado-.

– Supongo que este es tu perro ¿ no?, se le muy fuerte y obediente- dijo mientras se agachaba hasta ponerse a su altura.

– Se llama Totó, la verdad es que es un gran perro y pobre de mi que le ocurra nada – dijiste mientras esbozabas una sonrisa que denotaba tu culpabilidad.

– Tranquilo, no le ocurrirá nada malo, puedes irte tranquilo- te respondió transmitiéndote calma.

Una vez lo dejaste en aquel lugar y mientras te alejabas bajo la apenada mirada del cuadrúpedo, el camino de vuelta a casa, se volvió poco menos que un tormento; en tu mente se dibujaba aquella inocente carita peluda la cual, se sintió abandonada en manos de un extraño. Por otra parte, no sabías que decirle a tu hijo cuando preguntara el motivo de la ausencia del can.

A la noche siguiente, tus peores presagios se presentaron ante ti, en forma de torbellino de preguntas por parte del niño.

– Papá, ¿ has visto a Totó ? ¿ dónde está? ¿ porqué no está con nosotros? -.

Vacilaste durante unos instantes, buscando en lo más profundo de tu cabeza una verídica excusa a sus ojos pero una burda mentira a los tuyos. Ante tal pasividad, el chico perdía la paciencia prosiguiendo con su retahíla de preguntas.

– ¿ Quieres decirme donde esta el perro? ¿ Qué has hecho con el ?-.

– Como bien sabes, anoche me fui a dar una vuelta con el perro, cuando volvíamos a casa, me despisté por un momento, y cunado me di la vuelta ya no estaba. Lo estuve llamando en repetidas ocasiones, pero no aparecía nadie- .

Una explicación tan simple como normal y corriente, aún así, esperabas que colmara las expectativas de tu primogénito; todo parecía indicar que así fue, pero la tormenta aún tenía que dar su último coletazo de ira.

– ¿ Cómo puedes perderlo de vista ? Y no me digas que estabas contando las estrellas del cielo- te espetó mientras del interior de sus ojos empezaba a llover.

Aquella muestra de sarcasmo por su parte, no se la tuviste en cuenta….considerabas que el castigo era totalmente merecido y no le reprochaste sus palabras. Pasados unos minutos de cruce de miradas de odio y arrepentimiento por partes iguales, la tempestad, dió paso a la calma y el raciocinio, se instauró en todo el seno familiar.

– No te preocupes hijo, a partir de mañana lo buscaremos por todos los rincones de la ciudad, y lo traeremos de vuelta casa sano y salvo- .

– Está bien papá, mañana saldremos en su busca y lo traemos de nuevo. Seguramente se asustó por algo y salió corriendo; no me tengas en cuenta lo que te dije antes, ha sido fruto de la rabia por no tener al perro- te respondió en un tono entre esperanza y culpa.

Conseguiste salir airoso del primer envite, con muchas dificultades pero lograste capear el temporal, aunque sabías que, durante quince interminables días, tendrías la misma pregunta encima de la mesa….¿ has visto a Totó ?.

Por suerte para ti, la desesperación de los primeros días por parte del chico, se volvió resignación; en su mente planeaba la idea que nunca más volvería a ver a su fiel mascota por más que intentó encontrarlo.

Los días restantes, las preocupaciones, eran otras; la fábrica en la cual pasabas gran parte del día, estaba atravesando un mal momento y debían hacer una serie de recortes lo que afectó a tus horarios y por ende, tus emolumentos se veían mermados también.

Esta vez si, que las posibilidades de éxito en tus objetivos, se veían reducidas drásticamente…tan sólo te quedaba una posibilidad a la cual te aferrabas como última salida; sin estar en el guión previsto, un perro se erigía como tu salvador. 

Finalmente, los tediosos quince días, tocaron a su fin…era momento de devolver al peludo a su hogar; la resignación y congoja de tu hijo durante ese tiempo, se borrarían de un plumazo en cuestión de minutos por tenerlo de nuevo en casa.

– Mira quien me he encontrado volviendo del trabajo- decías mientras cruzabas la puerta.

– Totó!!!!!- exclamó el chico entretanto corría para abrazarlo. ¿ Dónde estaba ?- preguntó

– Estaba acurrucado entre cartones en una calle a dos manzanas del trabajo- respondiste.

En ese momento, poco le importaba al chico como diste con el animal, lo más importante es que estaba de vuelta. Pero a pesar de tanta felicidad, algo no encajaba en la cabeza de tu niño.

– Tengo la sensación que algo le ocurre a Totó- dijo.

– Yo lo veo como siempre- dijiste tratando de quitar hierro al asunto

– No sé…lo noto mucho más fuerte y su mirada es distinta- concluyó.

No podías permitir que se pusiera al descubierto la patraña que estabas montando, así que trataste de desviar el tema de manera definitiva.

– Lo más importante es que está otra vez con nosotros…y si está fuerte mucho mejor, eso quiere decir que no ha estado desnutrido en este tiempo ¿no?- .

Argumentos más que suficientes para disipar cualquier duda; la normalidad en cuanto al canino se refiere, volvía a su cauce.

La alegría duró poco, puesto que, a la semana siguiente, una llamada telefónica desterró nuevamente la caja de la mentira.

– El próximo Miércoles a las 21:00, trae a tu perro, te he organizado un enfrentamiento. Se celebrará cerca de mi casa-.

Tu mente tenia unos pocos días para elaborar otra falsa realidad, ya no solo por ausentarte durante unas horas con el perro, sino por las posibles consecuencias que ello podía acarrear. Del mismo modo que los anteriores fatídicos quince días se hicieron eternos, estos días antes de asomarte al abismo, pasaron de una manera fugaz. Para evitar suspicacias por parte de tu hijo, esos días previos, salías cada noche unos momentos acompañados del canino….de ese modo te garantizabas que, cuando llegara el momento cumbre, tu ausencia se viera con total normalidad.

El gran momento había llegado, tal y como tenías previsto, contabas con el beneplácito del chico en el momento de salir a la calle con el cuadrúpedo. En tu interior, no tenías nada claro lo que ibas a hacer, pero tan solo sería una vez la que te ibas a exponer a tales actos.

A medida que te acercabas al lugar acordado, un cúmulo de personas se divisaban a lo lejos, todos con sus respectivas mascotas; daba la sensación de estar en una pasarela de modelos perrunas.

Todos los allí presentes, conocían que el nuevo gladiador había irrumpido en la casa, el corto camino hasta llegar al anfitrión, se volvió pesado; una nube de personas te barraba el paso.

– Qué alegría de verte por aquí, ven tómate algo, enseguida empieza el espectáculo- te dijo el anfitrión.

– Verás….no acabo de ver esto muy claro, no puedo hacerle esto al animal- dijiste plenamente arrepentido.

– Se que ahora lo ves todo negro, pero ten por seguro que antes de salir de aquí, me agradecerás esto. A partir de mañana podrás empezar una nueva vida- te respondió.

Seguías sin verlo del todo claro, máxime cuando mirabas al pobre animal que se sentía perdido en aquel lugar; no obstante, los dudosos cantos de sirena te atraparon, prosiguiendo con lo previsto.

– ¿ Cuánto tiempo va a durar esto? Tampoco puedo demorarme mucho en volver- .

Tu gentil amigo, esbozó una sonrisa de oreja a oreja, la cual no compartías.

– Tranquilo hombre, relájate….sólamente hay 5 minutos de tiempo, aparte, la única disputa que se celebra hoy es la de Totó- .

Aquello si que no estaba en tu guión, no pensabas que, a las primeras de cambio, se las tuviera que ver con un semejante.

– ¿ Puedo preguntar contra quien tendrá que verse las caras ?- preguntaste intrigado.

Unos segundos de silencio, dieron paso a la revelación del contrincante.

– Se llama Zeus, debo decirte que es una auténtica bestia pero no tiene nada que hacer contra tu perro -.

Estabas más nervioso que el propio animal, aquellas palabras no te acabaron de tranquilizar pero para bien o para mal, no había marcha atrás.

Instantes después en los que las muestras de cordialidad se sucedían, llegó el momento álgido…aquel en el que se pondrían a prueba los resultados de dos largas semanas.

Lentamente, se formó un círculo humano, dejando el centro del mismo, para los dos protagonistas; ambos atados con sus respectivas correas, esperando ser liberados para dar rienda suelta a sus instintos.

Un sonoro golpe de gong , dió paso a la lucha…..como dos jabatos, corrieron uno en busca del otro en cuanto se liberaron de sus cadenas; 

No dabas crédito a lo que estabas viendo, aquel inocente perruno que rescataste de una protectora no hace mucho tiempo, parecía otro; nunca lo habías visto así, dispuesto a machacar a quien se le pusiera por delante. El espectáculo que estabas presenciando, era dantesco, de vez en cuando te tapabas los ojos para no ver la muestra de violencia gratuíta que tenías delante de ti.

Los alaridos de dolor se sucedían a partes iguales, de sus respectivos cuerpos emanaba sangre dejando su rastro allá por donde se movieran; la lucha de leones era cada vez más encarnizada…pero tu perro, más ágil de patas que su adversario, esquivaba las acometidas del oponente y devolviéndo el golpe con más crudeza todavía. Un pequeño despiste del todopoderoso Zeus, sirvió a tu leal escudero, para hincar sus afilados colmillos en la yugular de su peludo oponente. Un último alarido, eso fue lo que se pudo escuchar, antes de que el enorme y aparentemente invencible Zeus, cayera deplomado al suelo, rodeado de un gran charco de sangre.

Únicamente tres minutos, ese fue el tiempo empleado por tu desconocida mascota en hacer añicos a su imponente contrincante; tenías sentimientos encontrados…por un lado, y si lo que decía tu viejo amigo era cierto, ibas a enbolsarte una buena suma de dinero, pero por otro, indirectamente, habías convertido al inofensivo cuadrúpedo en una máquina programada para dañar.

Lo prometido era deuda, y antes de abandonar la casa igual de victorioso como si hubieras ganado la batalla final en el coliseo romano, debías recibir tu recompensa…verdaderamente la suma de dinero con la cual te hiciste, fue muy grande; jamás hubieras pensado que esas ingentes cantidades se manejaran en semejantes eventos, Por contra, las heridas de las que hacía gala tu perro, aún siendo leves, precisaban de ayuda veterinaria y no podrías disimularlo.

– ¿ Has visto? Como te dije, te podías llevar un buen pellizco- dijo el anfitrión satisfecho por el logro.

No dejabas de mirar al peludo, el cual cojeaba de la pata trasera yde la que, lentamente iban cayendo gotas de sangre.

– Eso solo son heridas de guerra, un vendaje y varios días de reposo y como nuevo- continuó quitando hierro al asunto.

– Eso espero, porque no se que voy a decirle a mi hijo cuando pregunte- respondiste.

Cuando te encontrabas a punto de cruzar la puerta de salida, el organizador del evento, te puso en sobreaviso, en busca de tu codicia.

– La próxima semana habrá otra pelea, y en esta, habrá mucho más dinero en juego, ¿ te animas ?-.

– No gracias, ya he tenido bastante con esta vez, ya tuve suficiente con la experiencia vivida- espetaste moviendo el dedo índice a un lado y a otro.

– Como quieras, pero yo de ti aceptaría. No pretenderías irte así sin más y llevarte todo el beneficio ¿ verdad ? – insistió.

Aquellas palabras te alertaron, instándote a saciar tu curiosidad y llegar al fondo de tanta palabrería.

– ¿ A dónde demonios quieres llegar a parar?-.

– Verás amigo, este es un negocio un tanto peculiar y sintiéndolo mucho pero las cosas no son gratuítas; toda esta gente que ves aquí son peces gordos que apuestan por puro placer, pero lo mío es negocio, y tengo mi comisión por todo este jaleo-.

– Mira, a mi me da igual si es por negocio o por placer, hicimos un trato, yo he cumplido mi parte, ahora lleva a cabo la tuya, y deja que me vaya con el botín- respondiste sensiblemente más molesto.

Marc Domínguez

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