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Carta a la soledad

 

 

¿ Por qué nadie te quiere? ¿ Por qué causas tanto miedo en el ser humano cuando ni siquiera se te ve? ¿ Por qué aún sin mediar palabra alguna resultas tan molesta? ¿ Por qué muchas mujeres te usan como nombre de pila y en cambio harían cualquier cosa por no tenerte cerca? ¿ Por qué eres tan mala compañera como quieren hacer creer?

A ti soledad, solo tú has hecho el esfuerzo de entenderme, de demostrar que el león no es tan fiero como lo pintan;  al igual que tú, yo también te he llegado a entender, ese inmenso vacío que te hace tan especial, es el mismo que tengo yo. En los momentos que necesito aplacar ese vacío, ahí estas tú, para escucharme, no me dices nada pero sabes mejor que nadie que con el silencio se dicen muchas cosas. Porque tú querida amiga, eres mi fiel compañera, la que siempre estarás pase lo que pase, a quien podré acudir cuando lo necesite, quien bajo el abrigo de ese silencio sepulcral que desprendes, me aconsejará y si es necesario aguantará mi rabia contenida.

Contigo he reído, he llorado, he contemplado el mundo desde diversas perspectivas, pero finalmente siempre he adoptado tu postura: VER, OIR Y CALLAR

Recuerdo la primera vez que fui a buscarte; no me fue difícil encontrarte, allí estabas dispuesta a tenderme una mano. No me conocías de nada, pero me recogiste en tu regazo; desde ese mismo instante, me prometí a mi mismo que jamás te abandonaría, siempre estarías conmigo; donde vaya yo, irá mi soledad. Seguramente en mi entorno haya y habrán personas con las que compartiré muchas cosas, pero tú seguirás a mi lado, dispuesta a ayudarme si lo necesito porque como dije antes, nadie me entiende mejor que tú. Te elegí de compañera de viaje y no me arrepiento de ello, porque tú, amiga soledad, tienes algo que muchas personas no tienen; quizás no se te ve, ni se sabe donde estás, pero cuando estás cerca, te puedo sentir. Aún vagando en mi alrededor, sin rumbo fijo, te noto cerca. Percibo cuando estás triste, cuando te ocurre algo, lo sé porque vienes a buscarme, a que me adentre en tu intimidad, ese lugar del que eres tan celosa.

He ido, sabiendo lo que ocurriría cuando volviera a salir, y efectivamente asi ha sido; nos hemos encontrado nuevamente tú y yo solos.

En ocasiones también has sido muy cruel conmigo, me has castigado duramente hasta el punto de secarme los ojos de lágrimas pero aún asi, he comprendido porque lo hacías; pudiste ver como me derrumbaba y al mismo tiempo viste como me volvía a levantar. Y esas experiencias amiga soledad, no se olvidan nunca pero lo más importante, es con que o con quien se consigue salir y ahí puedo decir que siempre has estado conmigo. Tal vez, el artífice de mi derrumbamiento en ocasiones haya sido yo mismo, pero nunca me lo has reprochado, al contrario; siempre te he tenido cerca, tu única preocupación era que pudiera resarcirme y eso mi querida compañera, no se paga con nada.

Si bien es cierto que el ser humano te quiere lejos, también es verdad que en algún momento te necesitarán, buscarán tu consuelo; y ahí estarás, porque lejos de dar la espalda, acudirás a la llamada sin dudarlo. Quizás sea por mucho o poco tiempo, tal vez solo te quieran cuando interese; pero conmigo estás día tras día. Porque a ti soledad, también te duele no tener a nadie con quien compartir tus alegrías y tristezas. Nadie sabe del tormento que debes de sufrir y a nadie se ha molestado en interesarse por ello; tal vez sea por ello que tú y yo, estamos condenados a entendernos.