31/03/2021 Privilegiada.... con un coeficiente intelectual superior a la media, calificaciones que…
¿ Porqué papá ? – ( 2ª parte )
12/04/2021
El timbre de la puerta sonó por primera vez ….. no le diste mayor importancia al no obtener respuesta, así que tu mano volvió a presionar aquel botoncito con idéntico resultado ; los esfuerzos eran en vano, seguramente fue a comprar un poco de comida, a fin de cuentas, no esperaba tu visita.
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Déjalo ……. es inútil que llames, nadie te va a abrir -.
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Perdón, ¿ cómo dice ? -.
Aquella voz ……. esos pelos grasientos y desaliñados ; no podía ser otra ……. la vecina que vivía justo en la casa de al lado, cotilla y gruñona ; parecía que los años no habían pasado para esa persona con la que tuviste tus rencillas.
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El hombre que vivía aquí, falleció hace unas pocas semanas ; a pesar de estar en una silla de ruedas, sus piernas se fueron deteriorando con el tiempo y ahora el señor todopoderoso lo tiene en su gloria. Si su hija no le hubiera abandonado, quizás aún estaría vivo -.
No dabas crédito a lo que esa anciana metomentodo explicaba ; quedó patente que a ti los años, te cambiaron el aspecto físico y a ella la memoria ; poco te importaba si te reconocía, en ese momento negros nubarrones se ciñeron sobre tu cabeza, no oías nada en tu interior salvo un murmullo que se repetía una y otra vez …….. te odio, te odio, te odio ; esas dos palabras fue lo último que escuchó tu difunto padre antes de perderte la pista. Le reprochabas una y otra vez de su esfuerzo dictatorial en los estudios, por otro lado lo considerabas único responsable de lo qu ocurrió en aquel fatídico accidente , pero ya no había vuelta atras ……… ya no.
Las lágrimas resbalaban por tus mejillas ; el tan anhelado perdón, jamás ibas a encontrarlo. Te martirizaste una y mil veces, auto- inculpándote de lo sucedido ; hubieras preferido ser la mofa generalizada, pero a cambio tal vez tu padre seguiría dándote esos abrazos que nunca te faltaron cuando eras una niña y que no supiste apreciar ; la enorme burbuja de la culpa te dio alcance ; estabas dispuesta a contar tantas cosas que, nunca mejor dicho, te quedaste a las puertas. Solo sentías rabia e impotencia, la necesidad de gritar y clamar al cielo ; pedirle explicaciones de porque te arrebató al ser que más te quiso pero no llegaste a comprender nunca.
Únicamente te quedaba el consuelo de poder recuperar las pertenencias de tu padre ; era un premio demasiado generoso para tu actitud de antaño, pero probablemente le hubiera gustado que las tuvieras. Con pena y congoja, el juzgado, fue testigo de la desolación que te embargaba y tal vez ya nunca se separaría de ti. Una vez más, te hiciste la fuerte, las lágrimas cesaron por unos instantes, aun así, por tu paso lento y aletargado, no era difícil adivinar que algo ocurría.
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Buenas tardes, venía a recoger las pertenencias de mi padre tristemente fallecido, quizás ustedes las tengan aquí-.
La sombra de la angustia era muy alargada, pero aún lo era más el protocolo con el que debían comprobar el parentesco que os unía. Desconocías lo que pudieran entregarte, pero poco importaba, lo más importante se marchó igual que tu hiciste en su día ; la diferencia era que esa persona ya no iba a volver.
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Aquí tiene usted todo lo que dejó …….. lamentamos mucho la pérdida -.
La frialdad gobernaba sus palabras, daba la impresión de que se trataba de un robot programado para decir siempre la misma frase en algo que, desgraciadamente pasaba bastante a menudo.
Sentada en un escalón de aquel edificio, contemplabas una y otra vez los tesoros paternos ……… toda una vida resumida en una minúscula caja de madera en la que se podía observar una foto de tus padres, abrazados a su diminuta niña. Tu asombro se incrementó, al ver que en su interior, tan solo figuraba una carta …….. una hoja de papel escrita a mano, así como un colgante con forma de corazón, en el cual, en su interior figuraba la misma fotografía en tamaño reducido. La leíste con detenimiento ; tus ojos no podían soportar lo que había escrito ……. una y otra vez la volviste a leer en incontables ocasiones ; la burbuja se hacía cada vez más grande, siendo implacable contigo, castigándote sin piedad. Te ganaste una condena perpetua dura y merecida a la vez.
Aquel colgante, que ya adornaba tu cuello, notaba toda tu rabia cada vez que lo apretabas. Guardaste ese escrito en el bolsillo de la chaqueta tratando de ocultar lo que allí había expuesto, pero tu mente …… esa brillante mente que poseías, recitaba de memoria todas y cada una de las palabras.
Tan solo de tu boca salían dos palabras, tu misma tratabas de buscar respuestas a esa pregunta, pero solo una carta era la que te iba a despejar tus incógnitas.
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¿ Porqué papá ? ¿ Porqué no me contaste desde un principio lo ocurrido ? ¿ Porqué he tenido que descubrirlo ahora ? -.
Aturdida por lo ocurrido, deambulabas sin rumbo por las calles de la ciudad ; estabas sumergida en un estado de shock, el cual, hacia que tu capacidad de respuesta ante cualquier situación, fuera nula.
La noche comenzaba a hacer su aparición ; las farolas, alumbraban las largas calles, y poco a poco la gente se refugiaba en sus hogares. Paradójicamente, te encontrabas perdida en un lugar que conocías como la palma de la mano pese a los cambios sufridos con el paso del tiempo.
Los bares y lugares de ocio, serían los elegidos para acompañarte en aquella larga y fría noche ; de las botellas de cerveza, harías unas improvisadas y temporales amigas. Con su ayuda, conseguías que el sentimiento de culpabilidad fuera cada vez menor; una momentánea vía de escape al infierno interno al que estabas sometida. Como si fueras un indigente, despertaste en el mismo lugar que te vio ingerir el último trago de cerveza, ; todo parecía un sueño ….. esas amigas que compartieron contigo la carga de la conciencia, se esfumaron en busca de otra víctima abriendo las puertas para que tu mente, te azotara nuevamente con su látigo.
Las innumerables llamadas al teléfono móvil, así como los mensajes al contestador, evidenciaban la preocupación que existía al no saber nada de ti.
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Es el sexto mensaje que te dejo, por favor llámame en cuanto lo oigas, los chicos preguntan por ti y no se que decirles -.
Guardaste el teléfono en el bolso, no querías hablar con nadie …….. ya habría tiempo para dar las explicaciones que fueran necesarias. Todavía tenías cuentas pendientes que saldar ; aun sabiendo que esa deuda la arrastrarías durante el resto de tu vida, trataste de paliar en la medida de lo posible lo acontecido. El pequeño cementerio de la ciudad, fue el lugar donde poder rendirle el último adiós a tu difunto padre ; un adiós que durante toda su vida no quisiste darle por culpa de tus prejuicios adolescentes, y ahora no podías brindárselo en gran medida, porque no estuviste a su lado cuando más lo necesitaba.
No sabías donde yacían los restos de tu padre, así que no te quedó otro remedio que preguntar a la persona encargada del mantenimiento de aquel lúgubre y solitario lugar, a fin de que te ayudara en la búsqueda.
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Buenos días …….. perdone ¿ sería usted tan amable de ayudarme ? -.
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Por supuesto, dígame en que puedo ……… -.
No acertó a terminar la frase, durante unos instantes se quedó mirándote fíjamente a los ojos.
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Ehhhh!!!!! Un segundo ……. yo a ti te conozco -.
Parecía que alguien te conocía y estaba dispuesto a escarbar en tu infancia reviviendo recuerdos del pasado recordándote quien era y lo bien que lo pasó durante esa época.
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Mira ……. no quiero parecer grosera pero …. yo he venido para visitar la tumba de mi padre así que si me haces el favor de decirme donde está, será lo primero y lo último que te agradezca -.
Con esa contundente respuesta, borraste de un plumazo cualquier atisbo de cordialidad, dejando sin capacidad de respuesta a tu viejo » amigo «, el cual, se limitó únicamente a señalar con el dedo en el lugar que se hallaba lo que fuiste a buscar.
El estado de las flores marchitas, dejaban entrever que por allí, no pasó nadie en mucho tiempo …… o quizás, no pasaron nunca. Ese pequeño detalle, aumentó tu sentimiento de congoja y frustración.
Te serviste de una pequeña floristería que había dentro del recinto, para cambiar aquellas marchitas flores por enormes ramos, los cuales, daban otro aspecto más renovado ; ello, no servía para tapar tu desazón, tu impotencia era tal, que de tantas cosas que tenías que decir, no acertaste a soltar más que improperios.
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No te entiendo papá ……. aún sigo sin comprender el porque de tu silencio ; si al menos me lo hubieras explicado todo …… pero no, para ti era más fácil callar. Nunca tuviste agallas para decirle a tu hija las cosas. ¿ Era mucho más cómodo dejar una carta y contentarme con eso, no ? -.
Como si de un ventrílocuo se tratara, tu eras la muñeca que movía la boca mientras tu rabia y el dolor, eran los que ponían la voz. Proyectaste esa ira acumulada contra contra la memoria de tu difunto padre ; no obstante, en tu interior sabías perfectamente que nada de lo dicho, era verdad.
El teléfono sonó varias veces, el número de llamadas era cada vez mayor pero tu cabeza estaba en otra parte ; aún así, eras consciente que debías volver junto a tu marido y tus hijos. De igual modo, sabías que una vez allí, te tocaría afrontar la verdad para con ellos ……. explicar con detalle todo lo ocurrido. Te sentías incapaz de hacerlo, pero era parte de tu castigo perpetuo.
Mientras esperabas turno en la puerta de embarque del aeropuerto, los castillos que alzaste al aterrizar imaginando la vuelta junto tu padre, se esfumaron paulatinamente dejándote como únicas compañeras de viaje, la pena, el dolor y un corazón empequeñecido.
Al llegar al mostrador, sacaste del bolsillo de la chaqueta el billete que te permitiría regresar al hogar.
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Buenas tardes …… quisiera cambiar el pasaje para hoy mismo -.
Durante unos instantes, tu cabeza se evadió …….. se separó de tu cuerpo al rememorar nuevamente las últimas líneas de la carta que escribió tu progenitor. No oías nada, salvo tu conciencia repitiendo una y otra vez lo allí escrito.
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Aquí tiene su billete señorita, le deseamos un feliz vuelo-. Señorita ……. oiga ……. ¿ se encuentra bien ? -.
Fueron tan solo unos pocos segundos que duró tu absentismo mental, los suficientes para causar el enfado de los pasajeros que esperaban su turno ; sus posibles reprimendas eran el menor de tus problemas, a pesar de moverte por inercia, tu cabeza seguía colapsada.
Recordabas como el viaje se hizo eterno, pero éste, se estaba haciendo interminable ……. inacabable ; a través de la ventanilla y con el cielo azul como fondo, dibujabas los vagos recuerdos que tenías de tu madre y la figura paterna postrado en una silla de ruedas. El arrepentimiento ya no valía para nada, la vergüenza y suciedad que corría por tus entrañas, le comieron todo el terreno, dejándote con una desolación permanente.
De vuelta a la realidad, tocaba sacar fuerzas de flaqueza y explicar que, al igual que la gran mayoría, tuviste un padre, el cual, te dio la vida que tenías, pero por contra, le arrebataste la suya.
No sería tarea fácil, desterrarles a alguien que tras muchos años, nunca pareció estar , se te tornó una difícil empresa; eras consciente que la angustia no permitiría que vocalizaras correctamente y que, en tus ojos volvería a llover, inundando tus mejillas.
La antesala a tal confesión, estaba en la alegría ……. felicidad por estar nuevamente con los tuyos. Pese a que tratabas de disimular con sonrisas, el caparazón se veía resquebrajado, no bastó con los besos y caricias ……. las heridas, profundas, no concedieron respiro alguno.
La sombra de la preocupación, planeaba sobre ellos ; esa alegría contenida no era propia de quien retoma el contacto con su cónyuge e hijos, tras varios días de ausencia.
Alrededor de una humeantes tazas de chocolate caliente, no quisiste alargar más esa agonía que te tenía sometida ; no esperabas ni compasión ni consuelo, tan solo dar unas merecidas explicaciones y que ese ejemplo, sirviera para evitar situaciones similares en un futuro.
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Tengo algo muy importante que contaros ……… la convención de medicina, no fue el único motivo por el que estuve allí -.
Enseguida comenzaron un carrusel de preguntas del porqué, el cómo y el cuando ; la primera ráfaga, fue superada con apuros, pero esa historia no hizo más que empezar y las preguntas se acumularían cada vez más rápidamente.
En vista que la casa corría peligro de empezarse por el tejado, decidiste hacer un punto y aparte, para comenzar a colocar los cimientos y narrar toda la historia desde sus inicios ; comenzando por cuando vivías entre fórmulas matemáticas e historia, y terminando con las funestas consecuencias, que te llevaron hasta la actualidad . Iras , bromas, burlas, desprecios …….. todo, absolutamente todo fue relatado entre suma pena y congoja. Las lógicas cuestiones planteadas por los allí presentes, hacía que las explicaciones se ralentizaban, por ende, tu desaliento se acrecentaba.