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Orígenes ( 4ª Parte – Final )

 

– Es la primera vez que lo veo, pero el hecho de no conocerlo, no significa que no pueda ayudarle si tengo la ocasión; te recuerdo que anteriormente, hubiéramos dado la vida por encontrar personas que nos pudieran haber ayudado sin mirarnos por encima del hombro -.
No hubo respuesta alguna, en el fondo sabía que tenías razón; no podíais juzgar cuando antes no queríais ser juzgados.
La vuelta a la fiesta literaria, se avecinaba de lo más emocionante, más cuando ya todos bien posicionados en sus correspondientes asientos, escuchaban como se nombraba la obra seleccionada y unos pequeños fragmentos de la misma. Los oídos ajenos, aún se habían deleitado con fragmentos de tu manuscrito a pesar de que, podrían haberlo leído
semanas atrás. Ciertamente, el listón estaba muy alto; el nivel, era excepcional…cada participante, aportó su estilo, el cual, no dejaba indiferente a nadie. Cada minuto que pasaba, era uno más de sufrimiento en la larga espera de poder oír en voz de otra persona, fragmentos de tu escrito.
– Yo no aguanto con estos nervios, te espero fuera -.
– Cuando estas viendo una película y te está gustando, no quieres perderte el final ¿ verdad?, pues hazme el favor y no te muevas de mi lado -.
Por unos instantes, no acababas de entender la similitud; segundos más tarde, lograste captar el mensaje; habías batallado para llevar tu pasado, presente y futuro a esa sala, y ahora no podías estar ausente en algo de lo que eras el principal protagonista.
A los pocos minutos,por fin empezaste a escuchar algunos pequeños fragmentos de tu obra ,en ese momento sentiste un escalofrío que recorría todo tu cuerpo. Era una de las seleccionadas, no te lo podías acabar de creer, acto seguido tu compañera, te cogió de la mano fuertemente, os dedicasteis una mirada cargada de ternura, orgullo y nervios.
Después de haber leído todas las obras seleccionadas, ya solo quedaba culminar la velada, nombrando aquella que consideraron merecedora de alzarse con la gloria. Tus oídos solo esperaban oír tu nombre; poder corroborar a través de expertos en la materia, lo que días atrás pudiste ver en aquella tienda.
Lamentablemente, te tocó vivir la otra cara de la moneda…el escrito en el que tantas ganas e ilusión pusiste, no obtuvo la recompensa deseada; tu compañera te miró y con una suave voz…te dijo unas pequeñas palabras de ánimo.
– No te preocupes seguro que la próxima vez será tu obra la que nombren ganadora -.
De vuelta a casa no mediasteis palabra durante todo el camino, una vez en casa encendiste el ordenador, tratando de encontrar algo que te permitiera dar continuidad al fallido escrito; sabías que era el idóneo…la aceptación pública, así lo demostró pero por más que lo intentabas no te salia ni una palabra. Tenías más manuscritos pero te empeñaste en darle a ese en concreto el reconocimiento que merecía. En tu cabeza solo
habían dos preguntas…. ¿Porqué no había seleccionada y en cambio había tenido tanto éxito para la gente de a pie ? ¿ En que había fallado?
Sentada, a tu lado, observando como buscabas las palabras para engrandecer la narración, estaba tu compañera; no tan solo te animaba ante el reciente descalabro, sino que te ayudó aportando su granito de arena para continuar el relato; aportaba posibles ideas en
las que, tu cabeza pudiera darles forma y traspasarlas a la pantalla.
Entre los dos, disteis forma a un gran relato, era una continuación del que , por desgracia, no salió triunfante; pero este tenia algo distinto, con su inestimable ayuda, conseguiste hilvanar palabras, frase, líneas…estabas engrandeciendo tu particular musa literaria.
Ese relato, no llevaban únicamente experiencias vividas durante tu etapa en la
 miseria…también hubo cabida para una parte más sentimental…mediante fragmentos de ese escrito, plasmaste lo que sentías por una persona la cual, y mediante una pantalla de ordenador, explicabas que, un azotacalles también tenía un corazón.
Cada línea escrita, tenía más similitud con la mujer que permanecía sentada a tu lado viendo como tus manos, servían en bandeja, lo que tu mente cocinaba; no tardó en adivinar que la protagonista de la parte más tierna de ese relato, era ella misma. Para su interior, el sentimiento era idéntico al tuyo pero en ningún momento osó a decirte nada
por todo lo pasado tiempo atrás.
Tal vez no era la mejor manera de tratar un tema para ti, tan delicado; acostumbrado a tenerlo todo a tus pies sin mover un dedo, escalar la montaña sentimental era algo a lo que no estabas habituado y el único modo, era a través de las teclas; te diste un pequeño receso en tu trabajo buscando las palabras adecuadas; ese pequeño paréntesis, sirvió para
poner las cartas sobre la mesa y abrir el abanico más dulce.
– Antes de que prosigas, déjame decirte una cosa – te decía mientras su mano se posaba encima de la tuya.
– Antaño y como bien sabes, mi persona solo se movía por el interés más burdo…no me enorgullezco de ello pero fue el camino que elegí; el tiempo se encargó de poner las cosas en su sitio y tras un largo castigo, conseguí encauzar mi vida y convertirme en lo que ves ahora. Aún llevando caminos distintos, había mucho paralelismo entre tu vida y la mía -.

Podías intuir el motivo de tal explicación, aún así optaste por mantener la ignorancia dejando que terminara de exponer sus argumentos.
– No entiendo…¿ porque me cuentas todo esto? -.
– Como te dije el otro día, no tenía pensado encontrarte…la verdad es que fue pura suerte cuando te vi en aquella calle rodeado de basura. No me fue difícil reconocerte a pesar del aspecto tan cambiado que tenías. Me decidí a ayudarte de igual manera que yo también gocé de esa oportunidad, pero con el paso del tiempo, se estaba despertando algo más en mi interior. Francamente, cuando te revelé quien era yo en realidad, pensaba que te
marcharías pero sorprendentemente, no fue así; no solo te quedaste, sino que en cierto modo me hacías sentir que le importaba a alguien. Quizás no te diste cuenta pero, la discusión del otro día, te descubrió…me estabas mostrando algo que hacia tiempo nadie me había enseñado -.
– Me estas queriendo decir algo con todo esto? -.
– Te estoy queriendo decir que, hemos sido dos vidas paralelas unidas por un mismo sentimiento -.
A pesar de intuir la conclusión de todo, oírlo con sus propias palabras, te dejó perplejo…no sabías ni que decir ni como actuar ante tal revelación. Unos instantes de silencio, en los cuales, solo se escuchaba el griterío del vecindario.
Su voz, volvió a irrumpir para animarte a proseguir con tu obra.
– Olvida todo lo que te he dicho, no le des más vueltas. Ha sido una estupidez por mi parte, no debería haberte dicho nada -.

Aquello, lejos de obstruir tu creatividad, logró agolpar un cúmulo de ideas con los que poder proseguir; sin darse cuenta, sus palabras, insuflaron aire fresco a tu imaginación.
Los días se sucedían y la re edición de tu obra, tenía visos de acabar su andadura…una mezcla de podredumbre con un pequeño aporte sentimental, parecía ser el binomio perfecto para tratar de alcanzar la cima en cuanto tuvieras la oportunidad.
Indagando entre personas afines, recabando información sobre próximos certámenes…la ilusión por descubrirle a un selecto grupo de personas la continuación a tu fracaso, era máxima.
Pese a que infinidad de concursos se celebraban a diario, ninguno de ellos considerabas que tuviera la repercusión que tu historia merecía; estos, los reservabas para los relatos de menos calado, sin obviar que cada uno de ellos eran sumamente importantes para ti.
Tu compañera de viaje, seguía ayudando en lo que buenamente podía…estaba plenamente implicada en tu trabajo; por tu parte, tenías la desazón de que su ayuda no se la recompensabas como debías; solo podías hacer una cosa, algo que, a tu modo, sería el eterno agradecimiento hacia su persona por todo lo que hizo por ti cuando tu vida se limitaba a la mendicidad.
Te levantaste de la silla como un resorte, y le ofreciste que ocupara tu lugar.
– Siéntate por favor -.
– ¿ Qué pretendes que haga? -.
– Quiero que seas tu quien le ponga el punto y final a este relato -.
La sorpresa, fue mayúscula; no acertaba a articular palabra ante tal ofrecimiento, tan solo muestras de incertidumbre.
– ¿ Yo ? Pero…es tu trabajo, no quiero echar a perder todo el esfuerzo que has invertido en esto -.
– Seguro que lo vas a hacer muy bien…confío plenamente en ti, al igual que tu lo hiciste conmigo en su momento -.
El toque femenino, sería el colofón final a tu narrativa…tal vez, la mezcla de tu ingenio y sus ideas, serían la fórmula exacta para alcanzar el cénit. La lógica falta de experiencia en esos menesteres, hacía que a la hora de anotar todas esas ideas en la pantalla, se le hiciera un mundo…aún así, poco a poco, consiguió enlazar las palabras bajo tu atenta mirada.
Días más tarde, sus manos dejaron de teclear…de su cabeza dejaron de surgir ideas para proseguir; la meta fue alcanzada para regocijo de ambos.
– Creo que ya se puede dar por finalizado -.
Detenidamente, leías lo que había escrito…realmente mucho y muy buen material con el que deleitar tus ojos. Tu aprobación, fue total…no consideraste cambiar ni una sola palabra de lo que allí había puesto.
– Sin palabras…me parece perfecto. Yo no lo hubiera podido hacer mejor -.
– ¿ De verdad te gusta? ¿ O me lo estás diciendo para subirme el ánimo? -.
– No soy de decir las cosas para subir el ánimo y mucho menos en esto. Pero…ahora que lo dices, te has olvidado de un pequeño detalle en todo esto -.
Por más que lo leía y releía, no acertaba a adivinar el detalle al cual te referías.
– ¿ Que quieres decir? ¿ Dónde está el fallo? -.

– Mira abajo del todo y dime lo que ves -.
Su mirada bajó hasta llegar a pie de página pero no había nada…tan solo vacío.
– Perdóname pero sin entenderte, no hay nada puesto -.
Le dedicaste una pícara sonrisa, mientras te rascabas el ojo derecho con el dedo índice.
– Efectivamente no hay nada, tienes razón. ¿Te importaría hacerme un último favor con esto? -.
Asintió repetidamente la cabeza mostrando su conformidad a prestarte tu ayuda. El mismo dedo índice, señalaste un punto dentro de esa gran laguna blanca mientras tus ojos se clavaban en los suyos.
– Me gustaría que aquí pusieras tu nombre -.
Incrédula…así se mostraba después de oír tu petición…por un lado le honraba sobremanera ese gesto para con ella, pero por otro sentía como si estuviera usurpando toda tu labor y empeño.
– Te lo agradezco pero no puedo aceptar eso…es tu relato y debe llevar tu nombre -.
– Mira…es cierto que este relato lo he creado yo, pero gracias a ti ha sido posible hacerlo; puedes estar segura que, sin tu ayuda jamás lo habría logrado. Para mi, es mucho más importante el motivo por el que me decidí a escribirlo. Así que por favor, inscribe tu nombre con letras grandes…una vez lo hayas hecho, ya podré darla por finalizada –
-De acuerdo, lo pondré, aunque sigo pensando que parece que te esté arrebatando lo que es tuyo -.
Finalizada la obra, un certamen de alta repercusión tenía lugar en pleno corazón de la gran ciudad; volvías a tener los nervios a flor de piel, pero tu leal compañera consiguió insuflarte el ánimo necesario.
Numerosas obras de gran calado se reunieron en aquella enorme sala, adecuada para una ocasión de tal calibre; pero esta vez, la seguridad en que tu relato sería el elegido, era total. Como en la vez anterior, tras una larga espera y después de leer fragmentos de todas y cada uno de los relatos presentados, se antojaba un pequeño respiro para deliberar quien
era merecedor de la gloria.
A pesar de todos los esfuerzos por disuadir la mente en relación a aquel evento, tenías la cabeza plenamente inmersa en ello, dibujando una posible victoria; estabas deseoso por conocer el veredicto final fuera cual fuera el resultado.
De vuelta a la sala, la segunda y más importante parte de la celebración, estaba a punto de dar comienzo; agarraste con fuerza la mano de tu amiga buscando la tranquilidad necesaria; el nivel era incluso más alto que la vez anterior en la que, probaste el amargo sabor de la derrota.
Solo tres obras, fueron las elegidas para ocupar el podio entre las cuales figuraba tu relato, solo quedaba saber la posición que ocuparía cada una de ellas… el hecho de saberte elegido para ocupar como máximo la tercera plaza, lo recogiste con gran regocijo…pero nuevamente hiciste gala de tu ambición, y no te conformarías con una tercera o segunda posición…querías ser de nuevo el número uno.
Un largo silencio, manteniendo en vilo a los allí presentes, se adueñó de aquella enorme sala; los comentarios se sucedían, tratando de adivinar cual sería la gran triunfadora de la noche; aquello no hacía más que alimentar los nervios.

Con gesto serio, el presentador de la gala, fue deshojando la margarita de la intriga…tus oídos escuchaban con satisfacción, como la “ temida” tercera plaza tenía un destinatario distinto al tuyo; eso aumentó tus esperanzas al mismo tiempo que aumentaba la tensión.
Como si fuera un duelo del lejano Oeste, te ibas a batir en un duelo en el que solo el más ingenioso saldría airoso; la decisión fue costosa, ya que, en ambos relatos, se intuía que había ilusión…ganas de hacerse un hueco en un mundo solo reservado para unos pocos elegidos.
Tras momentos de tensión y alguna risa para amenizar la velada, la balanza de la victoria se posicionó a tu favor, con gran emoción, escuchabas como, el esfuerzo invertido, obtuvo la ansiada recompensa. Pese a ser tu el autor de tal muestra de imaginación, fue tu inseparable compañera la que, como virtual autora, se subió al escenario para recoger tu real trofeo. Estando sentado como un asistente más y mientras asistías a la entrega de
premios, tu cara reflejaba la misma ilusión que tenías cuando con tan solo 6 años, fuiste objeto de toda clase de elogios por parte de propios y extraños. No te importaba no estar ahí arriba…en cierto modo estabas atrapando tu pasado y te quedabas en paz con tu presente.
Aquello te volvió a dar la confianza que un día perdiste, ahora estabas seguro que volvías a tener el puesto que jamás debías haber perdido y gran parte de todo ello se lo debías a tu compañera.
Estabas deseando volver a casa, y poder celebrar como se merecía semejante logro; lo que restaba de noche se presentaba larga, tantos meses de castigo, por fin habían tocado a su fin.

Días más tarde, te fuiste a comprobar de primera mano el éxito que había tenido tu gran obra y efectivamente había superado las ventas del primer relato.
Programaste una cita con la editorial que acogió tu manuscrito, y con el dinero obtenido por semejante trabajo, lejos de apropiároslo para vuestro uso y disfrute , optasteis por engrandecer una leyenda que aunque moralmente no te pertenecía, en realidad era tuya y ofrecer esa generosidad  que tiempo atrás, faltó y que ahora, habíais recobrado . Paseando por la calle, alejado de la fama pero tan cercano a ella, el humilde pedigüeño que semanas atrás, estaba sentado mendigando caridad ajena; sin mediar palabra, te acercaste a el mientras sacabas un sobre
el cual se intuía por su grosor que, portaba algo en su interior.
– Buenos días, ¿ se acuerda de mi? -.
– Como poder olvidarme de usted…sepa que empleé bien la ayuda que me ofreció el otro día -.
No tengo la menor duda de ello -.
Alargaste tu mano izquierda, en la cual llevabas ese sobre y no dudaste en hacerle entrega de el.
– Coja esto por favor…quizás no sea mucho pero lo suficiente como para que pueda subsistir de un modo más digno -.
Aquel pobre hombre, no daba crédito a lo que estaba viendo cuando abrió el sobre…poco menos que estaba asistiendo a su nuevo nacimiento.
– Pero…¿ y esto? No puedo aceptarlo, lo siento -.

– Verá…la persona que ve sentada detrás de mi, ha obtenido una gran cuantía y hemos querido compartirlo con usted; me sentiría muy honrado si lo aceptara.
– Pero…¿ porque yo? -.
Esa mima pregunta te hiciste cuando te encontraste por primera vez con la responsable de tu resurgimiento. Esta vez, la respuesta no era simple congoja.
– Considero que todo el mundo se merece una segunda oportunidad…de igual modo que yo la tuve, quisiera que usted también la tuviera -.
No diste la opción a réplica, tras esas palabras volviste sobre tus pasos mientras aquella persona miraba una y otra vez desconcertado el interior del sobre.
Una vez en el hogar, saboreando todavía las mieles del éxito, alguien llamó a la puerta llevando un paquete debajo del brazo; firmaste la entrega con una enorme sonrisa de oreja a oreja; cerraste la puerta lentamente y ofreciste a tu acompañante lo que previamente habías recogido. Un ejemplar de tu obra, con la tapa brillante y el título de la
misma grabadas en color azul.
– ¿ Para que me das uno de los ejemplares si ya tenemos unos cuantos? -.
– Esto no es uno de los ejemplares….es uno especial. Tiene escrito algo que no has leído todavía.
Intrigada, preguntó sobre lo desconocido, no sabía que podía ser ni a que se refería con lo de especial.
– Abre el libro y lee lo que pone en la primera página en el apartado de agradecimientos -.
Solo había uno…tus muestras de gratitud solo se limitaban a una persona; con gran nerviosismo abrió por la primera página y con emoción leyó las palabras que allí había escritas.
“ Gracias a la única persona que me ayudó cuando mi vida se dirigía al abismo, sin ella nada de esto hubiera sido posible. Me gustaría poder celebrar este y más logros a su lado. » Mil gracias por tu ayuda, apoyo, comprensión y cariño”
Con enorme satisfacción, te sentaste en la silla, te refugiaste sobre una manta y por fin, después de mucho tiempo, pudiste hacer honor al título de tu última creación…habías vuelto a tus ORIGENES.

Marc Domínguez

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