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Todos los caminos llevan a Roma

28/05/2019

 

Lejos quedaron ya los televisores en la que solo habían dos canales; una lejana época en la que, nos servíamos de dos antenas colocadas arriba del televisor para una correcta sincronización. Años en los que, la más rabiosa actualidad del momento copaba prácticamente toda la parrilla televisiva hasta llegar a la entrañable carta de ajuste. Con el paso del tiempo, nuevos conceptos televisivos, se abrían paso ante nuestros ojos; la caja tonta ampliaba su abanico para goce y disfrute de los televidentes. Cada vez se hacía más complicado elegir entre un, por entonces, gran surtido de entretenimiento. Para dar más juego, llegaron los mandos a distancia….comodidad en su máxima expresión; con tan solo pulsar un botón, podíamos disfrutar de lo que nos apeteciera.

Poco a poco, la actualidad de primer orden, fue perdiendo adeptos, gracias a la » jet set» de este país; en un principio, éramos conocedores de sus movimientos a través de revistas dedicadas exclusivamente a ello; pero alguien tuvo la brillante idea de ese mismo grupo de personajes acaudalados de la vida, posaran delante de una cámara para explicar sus miserias. El experimento no pudo salir mejor, el negocio salió redondo…las cuotas de audiencia en las que, los sufridos conocidos aparecían, subían como la espuma. Como en todo gallinero, el justiciero de los tomates, tomó las riendas para apaciguar a todo el corral. La lección perfectamente aprendida, el grito, subía a lo más alto, y el silencio, bajaba a los infiernos.  Aún así, y disfrutando de su particular horario, no parecía suficiente; el rey de la selva quería más y más; trató de llevar a cabo otro experimento el cual, mejoraba al anterior…diseñó una comuna en la que los desconocidos eran los principales protagonistas; poco a poco el público, especialmente fémino, acudía a buscar su dosis del sin sentido televisivo. Pero la mente del visionario, dio una vuelta más, y juntó sus dos obras maestras, para transformarla en su enorme castillo, comandado por el justiciero de los tomates erigido en salvador y bien secundado por princesas y lacayos. 

Cada cierto tiempo, de la comuna salía disparada una víctima, pero el castillo ya tenía un sitio reservado para que formara parte de la hermandad; otra vía de llegada a un castillo al cual todos querían acudir, era el juego de Cupido; personas de ambos sexos, que por infortunios de la vida, no encontraban el amor, se daban cita bajo los focos de las cámaras, para encontrar su 50%. El desafortunado que no lo consiguiera, tenía suitte de lujo en el castillo….el centro neurálgico de los graves dramas humanos. Pero como se había de estar prevenido, quien no tuviera cabida en el reino por exceso de aforo, podía disfrutar de las bellas y largas noches, tratando de convencer a quien, aún estuviera despierto, hacer una llamada telefónica y descifrar un acertijo. Los aprendices, rebotaban entre tronos y acertijos  siguiendo las órdenes del castillo, por contra salvadores, príncipes, princesas y todo el escuadrón, gozaban de hospedaje fijo a tiempo y pensión completa.

El castillo de Roma, se merece una enorme franja televisiva diaria para explicar su particular » via crucis»; lo realmente interesante, con 10 minutos al día tiene más que suficiente….así es este país; aprobamos títulos principescos en favor de quien se cree merecedor/a, en cambio, la minoría que no claudica con el castillo y sus leyes, les damos la espalda.

A veces, se echan de menos aquellos años en los que la caja tonta ofrecía tan solo dos canales….lo mejor era que informaban, pero lo más importante era que, si se quería ser amo y señor del reino, había que ganárselo. Como esto siga así, tal vez un día un servidor gane el Premio Nobel de la Paz

Marc Domínguez

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