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Orígenes ( 3ª Parte )

 

No lo dudaste mucho, te sentaste enfrente de el, levantaste la mirada al techo durante unos segundos en busca de inspiración y acto seguido, tus manos volvían a ejecutar lo que tu cabeza procesaba.
Las ilusiones de cuando tenías 6 años volvieron; mientras tu y aquel ordenador, erais uno solo, los recuerdos de padres y amigos se dibujaban en el aire…eso hacía que, pusieras más énfasis. Tal vez era un modo de asumir tu gravísimo error para con ellos y en cierto modo a través de tu imaginación, pedías perdón una y mil veces.
No te importaba si aquello que estabas haciendo iba a ver la luz en algún momento, lo que realmente querías era volver a ser una persona con ganas e ilusión en tu gran pasión.
Semanas después y con la inestimable ayuda de la mujer que te sacó del pozo, conseguiste poner punto y final a tu regreso literario; como siempre hacías, lo revisaste una y otra vez en busca de posibles fallos, o simplemente por el mero echo de leer lo que la cabeza guardaba.
Animado para hacer conocida tu última creación, te adentraste en el corazón de la gran ciudad pero esta vez como uno más…nadie te miraba con repulsa, nadie te daba la espalda en cuanto te acercabas…eras un normal desconocido.
Editoriales grandes y pequeñas…todas eran válidas para presentar el reencuentro contigo mismo; no obstante, las dudas te asaltaban cuando te encontrabas frente a ellas; después de todo ese tiempo, no sabías si sería digno de ser leído…desconocías si la aceptación sería la deseada. El recuerdo de tus seres queridos unido al echo que no habías recorrido
todo este trayecto en vano., te hacían armarte de valor y probar fortuna en un mundo que conocías sobradamente pero que, a la vez, eras primerizo. Mientras llegaba la respuesta afirmativa de los lugares donde dejaste tu sello, en tu imaginación, se seguían agolpando ideas sobre futuras narrativas. No obstante, no querías abarcar tanto en tan poco tiempo;
optaste por tratar de consagrar uno para sumergirte en el siguiente.
Sabías que la espera iba a ser eterna, aún así debías ser paciente y no forzar una oportunidad que llevabas aguardando durante muchos meses.
Una llamada telefónica, fue la causante de que un hormigueo recorriera tus entrañas…una de las editoriales a las que les hiciste entrega de tu trabajo, dio su aprobación a tal muestra de brillantez; rebosante de felicidad, no sabías si reír, saltar, llorar o una mezcla de todas ellas. Te acercaste corriendo a tu salvavidas, y le diste un largo y sonoro beso en
la mejilla como muestra de agradecimiento entretanto la hacías partícipe de tu éxito.
Ese ángel de la guarda, de alguna manera te había devuelto las fuerzas necesarias para continuar hacia adelante, y los frutos de ese esfuerzo, no tardaron en verse recompensados.
Te sentías preparado de nuevo a ver en los escaparates de librerías, como, lo que tu mente creaba, iba más allá.; esta vez no ibas a dejarte engullir por la gloria… ahora querías llevar el éxito con la mayor humildad posible, sin cabida a las pomposas fiestas y gente glamurosa a la que estabas acostumbrado antaño..
No querías comprobar el resultado de tanto empelo tu solo, en la aventura de descubrir el grado de satisfacción ajeno, te acompañó tu salvadora; una mezcla de alegría y nerviosismo te invadía…. alegría por descubrir tu nombre tras un alargo tiempo, y nervios por no gozar del nivel esperado.
Aquella historia, tu historia entre estaciones de metro y recónditos escondrijos, invitaba al optimismo…esos presagios se corroboraron cuando con gran regocijo, pudiste ver tu nombre inscrito en la portada del libro; no solo eso, en la parte superior derecha, impreso de igual manera que tu nombre, se podía leer algo que superó con creces todas tus
expectativas creadas desde un principio.
“ 3000 ejemplares vendidos”
No salías de tu asombro, mirabas a tu alrededor pensando que, quizás las personas que pasaban por tu lado habían sido lectores de tu obra; la intriga te llevó a preguntarle al comerciante si tanta venta fue por mera casualidad.
– Disculpe… el libro que figura en el escaparate, ¿ es cierta la cantidad de ejemplares que se vendieron? -.
– Ha sido un auténtico “ boom”, hemos tenido que pedir otra remesa porque a las pocas horas de tenerlo en la tienda, se agotó. Francamente no se quien ha escrito esto, pero no sabe el revuelo que ha creado. ¿ Por casualidad no querrá usted comprarlo? -.
– Mmmm…. no gracias, ya tengo uno; fue un regalo del autor de la obra -.
– ¿Me está diciendo que conoce al creador de esta historia?. Permítame que le diga, pero eso no me lo creo…nadie sabe nada de este hombre. Unos dicen que vive en las montañas, otros cuentan que es un mendigo narrando su propia historia, pero con exactitud nadie sabe nada …ya sabe, habladurías de la gente -.
Optaste por no continuar la conversación y abandonar la tienda preservando de ese modo tu intimidad.
Mientras volvías a casa, tu mente recordaba las palabras de aquel amable tendero…de buena gana hubieras dicho que el mendigo el cual narraba sus propias vivencias, lo tenía delante de el, pero por el momento preferías seguir en el anonimato.
Eso te dio fuerzas y ánimos para seguir escribiendo,pudiste comprobar que a pesar del tiempo y las adversidades , tu talento seguía intacto y aún gozabas del beneplácito del público lector.
Estabas ansioso por ponerte de nuevo delante del ordenador, y lanzar al aire todas tus ideas, pensamientos; de igual modo que se abren las manos para dejar libre a una paloma, abriste de par en par el caparazón de tu cerebro para dar rienda suelta a todo lo que guardabas en tu interior.
Poco a poco volvías a ser el hombre que un día fuiste; las humeantes tazas de café y cigarros, consumidos en su totalidad, te acompañaban en la inmersión a las profundidades de tu subconsciente.
Tus ideas, se cocían a fuego lento pero en el momento de plasmarlas sobre la pantalla, se ponía en marcha la olla exprés para soltarlas definitivamente y así poder dar paso a nuevas ocurrencias.
Tu figura se iba consagrando cada vez más y más; nadie sabía nada de ti pero en cambio todos conocían al autor de relatos capaz de erizar la piel a quien los leyera. Tu compañera, debido a su trabajo en el bar, tenía la posibilidad de conocer mucha gente y escuchar
infinidad de conversaciones…una de ellas, alertó de que ese podía ser el espaldarazo definitivo para culminar tu regreso al mundo de los vivos.
– Esta mañana he oído a un grupo de personas que hablaban de ti….querían ponerse en contacto contigo y ofrecerte un contrato muy jugoso -.

Vacilaste durante unos instantes, tiempo atrás, contratos jugosos te auparon a la cima y en cierto modo te lanzaron al vacío meses más tarde…una oferta tentadora pero mucho más tentador era no perder lo que un día echaste por la borda…tu dignidad.
– No aceptaré nada de eso, se el riesgo que puede haber y prefiero no tentarlo -.
– Pero…es una gran oportunidad, quizás sea la última que tengas -.
– Mira…llevo prácticamente un año vagando por estas jodidas calles rebajándome cada día con tal de llevarme un bocado -.
Ese pequeño intercambio de opiniones, parecía que no satisfacía a ninguno de los dos… entendías y agradecías su interés, pero tu dignidad pesaba más que sus razones.
– ¿ Vas a dejar escapar una inmejorable ocasión solo por miedo? -.
– ¿ Como dices?. Parece mentira que tu también hayas pasado por esto…si de verdad fuera así me entenderías -.
No había lugar para la razón, obcecada por ver satisfechas sus peticiones, fue tensando la cuerda aún a riesgo de romperla en mil pedazos.
– Joder!!!, tienes la oportunidad de tu vida delante de tus narices y la obvias por la dignidad de vivir con contratos de medio pelo.
– Escúchame bien porque solo te lo diré una vez!!!…he comido cosas que no le desearía
ni a mi peor enemigo, he soportado miradas y comentarios de absoluto desprecio y he dormido en lugares que ni te imaginas; ¿ sabes quien me cobijaba cuando dormía al raso, eh…lo sabes? Te lo voy a decir….la mierda; la mierda que dejaba la gente me servía para refugiarme y para comer, así que ahora no me vengas dando lecciones…por cierto, si quieres darme lecciones de ética y moral, primero piensa en ti y pregúntate el porque
vendías tu cuerpo al mejor postor a cambio de poder pavonearte en los mejores restaurantes y llevar las joyas más caras -.
Segundos de silencio dieron paso a que, una sonora bofetada, hiciera temblar los cimientos de tu mejilla; quizás ese último comentario no debería haber salido de tu boca, pero la tensa cuerda te estaba ahogando cada vez más fuerte. Le estabas eternamente agradecido por toda la ayuda que te estaba ofreciendo, pero no ibas a tolerar que eligiera lo que más te convenía.
Ni una palabra…ni una muestra de arrepentimiento, solo el dolor interno, asomó para hacer sonar la campana y tomaros un respiro como si de un combate de boxeo se tratase.
El paso de los días, sirvió para reflexionar sobre aquel acalorado intercambio de impresiones…ninguno de los dos estaban dispuestos a dar su brazo a torcer pero, estaba claro que alguien debía dar el primer paso; consciente de que tu comentario estaba cargado de veneno, fuiste el primero en dar muestras del mal sabor que te dejaron esas desafortunadas palabras.
– Quería disculparme por todo lo que te dije el otro día, se que no fue nada acertado por mi parte sacar a relucir esa parte de tu pasado… ni yo ni nadie, es quien para juzgarte -.
– Yo también te debo una disculpa, tendría que haber respetado tu decisión en lugar de presionarte con la oportunidad de poder conseguir algo mejor… como dijiste, yo también pasé por tu misma situación y no supe verlo -.
-Simplemente quiero que entiendas que precisamente todos esas jugosas ofertas me llevaron al lugar donde me encontraste….y ahora quiero llevarlo con mas humildad y discreción.
-Lo entiendo,tienes razón…quizás me excedí en darte mi punto de vista sobre lo que debías hacer o no.
Después de las muestras de arrepentimiento por ambas partes, el ambiente se respiraba un poco más calmado.
Acto seguido volviste a fijar tu mirada en el ordenador y dejar que en tu mente fluyeran las palabras de tu próxima gran obra, la cual, fue un éxito. Cada vez te sentías más seguro y tu autoestima poco a poco se iba restableciendo. Tan solo te faltaba una cosa para
culminar tu satisfacción y felicidad, poner en orden tu corazón y sentimientos hacia tu benefactora.
No acababas de saber muy bien lo que sentías por ella, estabas agradecido por toda la ayuda prestada y te sentías muy a gusto a su lado, su compañía te reconfortaba, esa dulce voz, te sonaba a música celestial, no podías dejar de pensar en esa persona que, con su ayuda y comprensión, te iba cautivando. Pero la duda te atormentaba de si, por su parte,
sentiría lo mismo o tan solo era una mera amistad; no te atrevías ni tan siquiera a tantear el terreno, preferías dejar que las cosas fluyeran por si solas… mientras estabas en la balanza de lo amistoso y lo sentimental, abriste la carpeta donde estaba tu primera creación, para escribir varias líneas más; la puntilla final a tal narración; pese a estar acabada de puertas para afuera, tu interior, a través de esas líneas, apuntilló la historia.
Pese a tantos relatos escritos, la mayoría de ellos edición de bolsillo; pese a todas las horas en las que, fuiste esclavo de un ordenador, a pesar de las diferencias con tu compañera, solo tu vida plasmada sobre un papel, era la niña de tus ojos…ella fue precisamente, la elegida para participar en un certamen literario donde se reunían los mayores talentos del país. Una sensación de deja vu te invadía…hacía muchísimo tiempo que no acudías a un evento de tal envergadura; la autoestima te indicaba que,
perfectamente podías salir victorioso de tal desafío, pero la parte humilde que se forjó con el paso de los meses te advertía que a pesar de haber gozado de una multitudinaria aprobación, no era suficiente para que hubiera alguien con más talento e imaginación.
Te veías de nuevo mezclado entre la gente bien; un ambiente aburguesado que te hizo sacar lo peor de ti…alguien que acabó devorado por lo que previamente había engullido sin miramientos. No podías enfrentarte a ese escenario tan exquisito, imágenes de amigos temporales, felicidad comprada a golpe de talonario…incluso la persona que te estaba
ayudando en todo, tenía cabida en tu película mental.
– No puedo…lo siento pero no puedo hacer esto. Tengo el pasado delante de mi y siento que me está matando -.
– ¿ Quieres abandonar ahora después de todo lo que has luchado? Sabes igual que yo, que todo lo que nos rodea ahora mismo, es virtual…solo tu mente lo está transformando en realidad -.
– ¿ Y si vuelvo a caer en las garras de la autocomplacencia? ¿ Y si todo lo escrito no acaba de gustarles? ¿ Y si…?
– Shhh…cálmate por favor; primero, si te encaminas de nuevo hacia el abismo, yo estaré para evitarlo, por eso no te preocupes, no voy a dejar que te caigas….segundo, eres muy bueno en lo que haces, por muy ingeniosos que sean tus contrincantes, tu mayor arma, es la pasión que le pones…igual que yo, mucha gente se ha dado cuenta de ello, así que por favor, aunque suene a soberbia pero, piensa que eres el mejor de todos los que van a subir
a ese escenario -.
Un cálido abrazo y un beso en la mejilla sirvieron para concluir sus argumentos…aquella era la dosis de confianza que te faltaba para permanecer en aquel lugar y dejar en manos de un jurado, todo un trabajo de mucho tiempo.
A fin de evitar un evento largo y tedioso, se pactaron varias pausas para amenizar la velada y dar un pequeño respiro a quienes proclamaban la victoria de uno u otro.
Esos descansos, servían para tomar un café o un refresco y de paso tratar de calmar esos nervios por saber el veredicto después de exponer las distintas obras que se inscribieron; charlando amigablemente con tu leal compañera, te sentías libre…el aire que respirabas ya no estaba corrompido, poder escuchar los problemas cotidianos de la gente que estaba
alrededor, te causaba alegría; era como si después de mucho tiempo en coma, pudiste abandonar el túnel en el que estabas inmerso y cualquier cosa, la acogías como una nimiedad en comparación a tu particular calvario.
Volvisteis sobre vuestros pasos para retornar al lugar donde se celebraba la gala, lo más normal para el resto de los mortales, era lo más extraordinario para ti; estabas re- descubriendo la calle, caminabas por su corazón, gozando de sus costumbres y su pluralidad física.
Ello te llevó a observar como, uno de los muchos muertos vivientes, vagaba por las calles esperando la caridad de algún lugareño. Hasta no hace mucho, tu estabas en ese grupo, experimentaste en tus propias carnes lo que significa ser una nulidad humana…alguien que vivía por inercia, echándole un pulso diario a la suerte mientras esperaba acabar consumido debajo de un triste y húmedo cartón.
Te acercaste lentamente hacia él bajo su temerosa mirada, y sacaste del bolsillo un puñado de monedas con el que consolar su vacío estomacal; te agachaste y depositaste el dinero en el apolillado sombrero que había enfrente tuyo.
– Dios le bendiga a usted y a toda su familia señor -.
Esas palabras, unidas al asentimiento que hizo con la cabeza daban muestras de agradecimiento hacia tu persona.
– Mi familia se fue hace mucho tiempo para no ver en lo que me había convertido. – Se por lo que estás pasando y la zozobra que produce ver el rechazo continuo -.
Aquel buen hombre no dejaba de mirarte con sus ojos cansados, desconocía si fue mucha o poca la cuantía que dejaste, solo se limitó a mirarte y escuchar tus palabras.
– Se que está de más decirlo, pero por favor, haga buen uso de mi humilde aportación -.
Lejos de sentirte superior o creer que su destino estaba en tu bolsillo, lo mirabas de igual a igual…dialogaste como si fuera uno más sin prejuicio alguno sobre su aspecto físico.
También te habría gustado que te trataran así cuando las aceras eran tu casa, pero la soberbia llevaba consigo el precio de la repulsa y la ignorancia. Tal vez, esta persona esté pagando su propia penitencia.
A lo lejos, inmóvil, permanecía tu “ cicerone”, intrigada por saber que estaba sucediendo; el tiempo apremiaba para regresar al certamen, pero tu tiempo se detuvo por unos instantes con aquel señor de la calle.
– ¿ Le conoces de algo?

Marc Domínguez

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